jueves, 22 de febrero de 2007

La fimosis


Se trata de uno de los pequeños problemas que pueden surgir en los niños relacionados con la higiene del pequeño. Una dolencia que llegado el caso se soluciona con una sencilla intervención pero que también puede prevenirse siguiendo las pautas que indica el pediatra.
Cuando nacen, prácticamente todos los bebés varones tienen la piel del prepucio adherida al glande dejando al descubierto exclusivamente el orificio urinario y no pudiendo retirarla hacia atrás. Esta característica que se da en los recién nacidos se conoce como fimosis fisiológica. Como definición entendemos por fimosis la dificultad o la imposibilidad para la retracción de la piel del prepucio, la piel prepucial como se denomina, la piel que recubre el extremo del pene o glande.
Durante los primeros años de vida del niño el desarrollo natural de sus tejidos y sobre todo la higiene diaria, van a ir despegando y haciendo que se retraiga por sí sola esta piel. Esta fimosis inicial se suele resolver normalmente entre los 2 y los 3 años aunque también puede prolongarse algún año más. Junto al glande se van a ir generando unas bolitas blancas, de grasa, que definen como esmegmas y que protegen la piel de irritaciones y afecciones cutáneas, estas bolitas o adherencias son bastante frecuentes entre los niños y son independientes de la existencia o no de fimosis. Si el pediatra no recomienda lo contrario es conveniente no eliminar esas bolitas blancas, lo que se debe hacer es retirar suavemente la piel para una mejor higiene pero siempre de forma suave y sin forzarla.
A veces este esmegma acumulado bajo el prepucio se infecta y puede generar una inflamación local que se conoce como balanitis, una inflamación que es dolorosa incluso al orinar y que puede retrasar el proceso de retracción de la piel.
Para el médico la balanitis no es señal de que exista una fimosis pero sí puede indicar que es conveniente intervenir quirúrgicamente para evitar una verdadera fimosis en un futuro, la incidencia de la balanitis es bastante mayor a partir de los tres años de edad y dado el bajo riesgo de las técnicas quirúrgicas empleadas, no es conveniente esperar a la aparición de posibles infecciones para solventar la presencia de una fimosis aunque sea incipiente.
El problema que genera la fimosis está producido por la estrechez de la piel de esta zona, cuando el anillo no es lo suficientemente ancho la piel no consigue retirarse por completo y se produce dolor de intentarlo. Siempre ha de ser el pediatra el que valore la necesidad o no de operar según el grado de fimosis que se halla producido en el niño, si es intensa se suele operar normalmente, si es moderada, cuando se puede llevar a cabo una higiene normal sin causar dolor se esperará para ver como va evolucionando.
La cirugía para corregir una fimosis se denomina circuncisión o postectomía y consiste en dar un corte en la piel del prepucio para así liberar el glande. Aunque actualmente también se está desarrollando la prepucioplastia de Duhamel o dilatación del segmento estrecho que impide retraer la piel. La elección de cada técnica depende de las características de cada niño aunque en general, el postoperatorio de la circuncisión es más molesto. Se trata de una intervención que no está indicada antes del año de edad, sobre todo por el posible riesgo anestésico, salvo en niños con infecciones de repetición.
El primer motivo que lleva a operar la fimosis es la higiene y el segundo, la futura actividad sexual del niño cuando sea adulto.

Primeras palabras


Suele ser en torno al primer año, suele ser mamá o papá, los hay que tardan más y los hay más precoces, en esto como en todo, cada bebé tiene su propio ritmo y no podemos ni debemos forzarle aunque nos muramos de ganas por oirles llamarnos. No deberíamos pero aún así solemos comparar a unos bebés con otros y lo que realmente deberíamos observar es si pudieran existir o no posibles dificultades.
Los bebés comunican sus necesidades de manera inmediata y expresan lo que les gusta y lo que no en un primer momento a través de su conducta, primero hablan con sus cuerpos y después aparecen los primeros “ruidos” que llegan mucho antes que las palabras o balbuceos, aunque las traducciones que hacemos los padres y las madres suelen estar bastante bien ajustadas a sus deseos, las primeras palabras a veces se hacen de rogar. Las palabras más comunes suelen ser: mamá, papá, agua, yaya,...
No hay una fecha que marque cuando los bebés deben empezar a hablar, pero sí hay periodos descritos por los especialistas para empezar a hablar y en los que influye mucho el carácter y la estimulación del niño, cuando un bebé, por ejemplo cuenta con hermanos mayores, siempre empieza antes a decir sus primeras palabras.
Según los especialistas hay un límite de 16 meses para que el bebé comience a comunicarse a través de sonidos, 20 meses para decir alguna palabra y 24 meses para formar frases de dos palabras.
Se puede estimular poco a poco el lenguaje del bebé empleando frases cortas que sean comprensibles, apoyándose con gestos para que entienda mejor lo que le dices, mostrando alegría cuando él se expresa verbalmente.
Cantar tiene un papel fundamental en el proceso de aprendizaje del niño, de bebés la música les tranquiliza, les entretiene y les distrae y según van adquiriendo vocabulario, según van utilizando el lenguaje para hacerse entender, el hecho de cantar les ayuda a desarrollar su inteligencia, su creatividad y su imaginación. Las rimas de las canciones y la repetición de estrofas les llaman mucho la atención y aún más si las canciones van acompañadas de gestos y de movimientos que también se repiten rítmicamente de manera acompasada. Para los más pequeños, cantar es muy bueno porque les ayuda de una manera lúdica a reforzar su incipiente memoria, siempre es más fácil recordar las cosas en forma de poesía. El niño que canta y al que le cantan comenzará a hablar más rápido; tararear, cantar, aplaudir, bailar, zapatear y tocar instrumentos (aunque sean golpes a nuestros oídos) les ofrece la posibilidad de expresarse y de descubrir un nuevo mundo lleno de creatividad, algo que les hace disfrutar y que les estimula positivamente al mismo tiempo. Aunque pueda parecernos extraño a los adultos, seguir el ritmo de una canción dando palmas o cantando rimas en un orden determinado, les ayuda a familiarizarse nada menos que con conceptos matemáticos que además les va a estimular también a que desarrollen poco a poco su propia lógica.
Los niños son además y sobre todo muy prácticos así que si se hacen entender de cualquier forma que les requiera poco esfuerzo van a explotarla, en nuestra mano estar acomodarnos a sus “comodidades” o ir poco a poco “empujándoles con cariño” para que den un paso más adelante con nuestra ayuda, en este caso en el terreno de la comunicación oral.

Empieza el gateo


Se acabó eso de dejarle sentado en su hamaca o tumbado en la cuna o en la manta de actividades y que nuestro bebé se quedara allí tan tranquilo. El pequeño ha descubierto que puede desplazarse. Ahora, sin alarmismos, lo más urgente es extremar las precauciones. Cuando tu bebé comience a gatear ya no habrá quien le pare. ¿Cuándo comienza esta nueva etapa? ¿Qué va a suponer para vosotros y sobre todo para vuestro hijo?
Su curiosidad es insaciable, todo es nuevo y todo es atractivo, ahora además ha descubierto que puede moverse en el espacio y le encanta explorar su entorno. Comienza a gatear. La mayoría de los bebés comienzan a gatear como preámbulo a comenzar a andar pero para empezar con este movimiento tienen que aprender a coordinar sus manos y sus pies y a ir fortaleciendo poco a poco los músculos de sus piernas. Este primer paso suelen hacerlo entre los 6 y los 10 meses pero también es cierto que hay bebés que no gatean nunca y directamente van aprendiendo poco a poco a caminar. Ellos son los que se marcan metas, no nosotros, nunca hay que forzarles en un proceso tan complicado como es el del propio movimiento.
Hablar de gateo no implica una sola técnica, cada uno utiliza la que mejor resultados le da, desde la tradicional, a la de ir arrastrando una pierna bajo su culete, todas son válidas dependiendo del gusto y de la utilidad que le saque cada usuario.
De lanzarse a gatear no lo va a hacer nunca antes de haber aprendido a sentarse sin apoyo y después, se lanzará poco a poco a esta nueva aventura. Primero levantando la cabeza para ver alrededor, después balanceándose y por último desplazándose y volviendo a sentarse. Se trata de un proceso en el que irá perfeccionando su técnica.
Y cuando tenga dominado el gateo, se arrancará a una nueva aventura: la de caminar, pero él decidirá el momento propicio, tú limítate a eliminar todos los más que posibles peligros que tiene a su alcance. Con la libertad de movimientos se multiplican los peligros y los motivos por los que hay que estar aún más pendientes de los pequeños.
El momento del gateo incipiente es el mejor momento para examinar la casa desde su altura y percatarnos de todos los peligros que tiene demasiado a mano: enchufes, adornos, picos de mesas, escalones, huecos de puertas, plantas, ...
Si ves que tu pequeño es un poco “comodón” y no se arranca a moverse porque lo tiene todo muy a mano, aléjale un poco sus juguetes preferidos mientras estás junto a él para que tenga que cogerlos él, primero se estirará y poco a poco intentará moverse. Siempre contigo cerca para que le prestes tu ayuda en cuanto tenga el primer problema que considere que él (o ella) no puede resolver.
Gatear le plantea una nueve visión de lo que hasta ahora había sido su mundo, le va a traer las mismas ventajas que a sus padres quebraderos de cabeza... pero así son las cosas. Durante esta etapa comienza la sensación de autonomía, incluso comienza a tomar sus propias decisiones sobre hacia donde quiere desplazarse y que quiere alcanzar.
Es evidente que la mayoría de los niños utilizan las rodillas como principal herramienta de desplazamiento durante el gateo, por eso es aconsejable que la ropa sea cómoda en esta zona, que no tenga costuras o pliegues que le puedan lastimar. Existen en el mercado pantalones especiales para esta etapa, es un peto que se puede colocar incluso sobre la ropa habitual, lleva rodilleras almohadilladas y protectores para los pies, son sencillos de quitar y poner y se lavan fácilmente. Se conocen como “Gatones” y son un diseño patentado en España.
Muchos expertos recomiendan que en esta etapa de gateo no le pongas zapatos a tu bebé. Los zapatos le aíslan de las superficies que recorre, no le permiten reconocer las distintas superficies por las que se va a querer mover. Los zapatos van a ser imprescindibles cuando camine, cuando se ponga en pie, pero no durante esta etapa inicial de gateo. Si tu hijo comienza a gatear en pleno invierno y le quieres abrigar los pies con unos zapatos, estos deben ser ligeros, suaves y sobre todo muy flexibles, para eso lo mejor es que la suela también sea blandita.

Las temidas canastillas del hospital...


Se acerca el momento y la sensación de tenerlo todo “atado y bien atado”, de que todo esté bajo control, te va a ayudar mucho a la hora de dirigirte al hospital. Por eso y porque vas a necesitar una serie de cosas que hasta ahora eran desconocidas, es mejor que con tiempo suficiente tengas organizada la famosa canastilla, con aquello que necesitan tanto el bebé como la mamá cuando vayan al hospital.
Es evidente que cuando llegue el momento los nervios y las prisas no van a dejar sitio a mucho más, por eso, lo más imprescindible es conveniente que esté ya previsto y preparado sobre todo teniendo en cuenta que la fecha del parto siempre es un cálculo aproximado (si no se trata de un parto programado) que se puede retrasar como adelantar y es conveniente que en cualquier caso nos pille preparados.
Hablamos de la famosa canastilla, la bolsa de aseo o para las más prácticas una bolsa de viaje en la que eso sí incluirás aquello que necesite el recién llegado que a partir de ahora va a cambiar por completo vuestras rutinas.
¿Le habré preparado ropa suficiente? ¿Será la apropiada o tendrá frío o le dará mucho calor..? ¿Tengo que comprar pañales?... En ese momento lo normal es estar hecho un mar de dudas.
En condiciones normales el bebé y la mamá suelen pasar en torno a 2 – 3 días en el hospital, de alargarse esta estancia tampoco hay que alarmarse porque seguro que el papá o algún familiar o amigo de confianza podrá acercarse hasta nuestra casa para coger aquello que necesitemos.
No cabe duda de que cada uno puede incluir en la canastilla todo aquello que considere necesario pero no se trata de preparar una maleta para el peque y la mamá, sino de cubrir las necesidades sin complicarse la vida. Por eso, lo más imprescindible, lo que realmente se va a utilizar es por norma general:
- 3 ó 4 camisetas o bodies de algodón dependiendo de si el niño nace en verano o en invierno, cuando hace frío son más acogedores y arropan mejor los bodies, teniendo en cuenta la estación en la que nazca el pequeño serán también de manga corta o de manga larga.
- 2 ó 3 jerseis de lana fina o algodón, la lana por supuesto siempre de la que no suelte pelos para que el bebé no se los trague
- 2 ó 3 pares de calcetines o patucos, son muy prácticas también unas manoplas porque los bebés suelen nacer con las uñas un poco largas y no se las podemos cortar hasta que han pasado unos días, por eso las manoplas evitarán que tu pequeño se arañe sobre todo en la cara y de no encontrar manoplas, no pasa nada, siempre le podemos poner en las manos uno de los pares de calcetines de los que hemos llevado al hospital
- 2 arrullos que cubran perfectamente al pequeño
- un neceser con los productos imprescindibles que incluso en la clínica u hospital se vana poder usar: gel suave, colonia sin alcohol (que sólo se aplicará sobre la ropa), alcohol de 70º (para curar su ombliguito hasta que se caiga), peine o cepillo suave (hay que recordar que son muchos los niños que nacen con bastante pelo que luego van perdiendo con el paso del tiempo y que conviene peinar en los primeros días de forma suave)
- para salir del hospital se puede optar por la opción cómoda y vestir al niño con un bonito pijama que permita sus movimientos fácilmente o, posar para la foto con algún conjunto que le abrigue en el cambio de temperatura y que le permita también moverse
- es recomendable un saquito para sacar al niño del centro
- no debemos olvidar bajo ningún concepto un gorrito que se le pondrá al pequeño desde el mismo momento del parto, la cabeza es el lugar que no vestimos habitualmente y por el que el pequeño pieder más rápidamente temperatura una vez que ha nacido, por eso es imprescindible llevar en la canastilla 1 ó 2 gorritos de primera puesta, de algodón y que no le opriman, que les sean cómodos para que no esté inquieto pero sí abrigado
- incluir la documentación que haga falta para el ingreso en el hospital y para el posterior registro del bebé
- la ropa que hayamos decidido llevar a nuestro pequeño siempre debe estar confeccionada con productos y tejidos naturales, tenemos que evitar los lazos, los botones y las cremalleras, siempre optaremos por los velcros o los automáticos para los cierres; es más que recomendable que la ropa que vayamos a llevar al hospital la hayamos lavado en casa previamente (con un jabón neutro o especial para pieles sensibles y sin suavizante) antes de que sea estrenada por nuestro hijo, se trata de prevenir en la medida de lo posible las irritaciones en la delicada piel del recién nacido.
Aunque no esté incluida en la canastilla es imprescindible para sacar al niño del hospital si vamos a hacerlo en coche que tengamos ya prevista la silla o el moisés que vamos a instalar en el vehículo y con el que nuestro peque va a llegar seguro a su nueva casa.
Pero no sólo tenemos que preocuparnos de nuestro recién llegado, no hay que olvidarnos a nosotras mismas... algo que empezará a pasarnos mucho a partir de ahora. También hay que prever una canastilla para la nueva mamá.
Se recomiendan siempre prendas cómodas y sobre todo fáciles de poner, quitar y lavar. Es más aconsejable que sean camisones (2 ó 3) y no pijamas, la prenda que se utilice y además que se puedan abrir por delante fácilmente para favorecer la lactancia del pequeño. Por comodidad y por higiene son muy socorridas las bragas desechables (una docena aproximadamente) ya que se mancharán por culpa de los loquios. Son recomendables también los sujetadores de lactancia y de no estar usándolos ya en los últimos meses del embarazo, se deben llevar al menos 2 al hospital.
Una bata cómoda, unas zapatillas y algún par de calcetines también nos serán de utilidad.
Y por supuesto nuestra bolsa de aseo con lo que consideremos necesario además de lo imprescindible (gel, champú, hidratante,...).
Por lo general para salir del hospital lo mejor es utilizar un modelo amplio, en realidad puede servir la misma ropa con la que se entró, aunque quede un poco ancha no merece la pena comprar nada nuevo cuando poco a poco cada cosa va a volver a su lugar y nuestro cuerpo seguro que recupera con un poco de paciencia y constancia, su anterior figura.

Exceso de Consejos

Cuando saltamos en paracaídas por primera vez, o nos compramos un coche, o contratamos un viaje, siempre buscamos toda la información posible, sopesamos los pros y los contras, los distintos aspectos de aquello con lo que nos queremos enfrentar por primera vez. Cuando decidimos tener un hijo esto no iba a ser una excepción y buscamos información por todos los lados. Lo malo de esto es que a veces encontramos información contradictoria y esto nos puede generar más de un problema cuando encima entra en contradicción nuestra propia lógica o nuestro instinto.
La información siempre nos ayuda a la hora de tomar decisiones pero a veces, un exceso de información puede complicar más que ayudar. Esto ocurre sobre todo cuando nos encontramos en una situación nueva como es la paternidad. Los padres y madres primerizos se ven bombardeados por una batería de consejos que con la mejor de las voluntades pueden convertir los comportamientos más naturales en una pequeña (o gran) odisea casera, una balsa de aceite o un auténtico caos difícil de sobrellevar y sobre todo, difícil de superar.
Las inquietudes y las dudas cuando se sabe que se va a ser padre por primera vez son inevitables. Hablar de ello con amigos o familiares puede tranquilizarnos aunque tenemos que asumir y tener muy en cuenta que a veces puede confundirnos incluso más. Lo importante es tener las cosas claras (importante pero no fácil, eso también es verdad), conocer distintos puntos de vista y tener muy en cuenta que cada niño es un mundo y que no todo lo que funciona (o no) con los demás niños del mundo tiene por qué hacerlo con el nuestro.
Libros, guías, revistas especializadas son devoradas por los futuros papás con gran interés, por un lado para descubrir todas las posibles necesidades futuras de nuestros pequeños que no van a ser pocas y por otro para recorrer las etapas de su desarrollo e incluso la evolución lógica de nuestras propias vidas. Los consejos de nuestro entorno, de nuestros familiares, de nuestros amigos, no cabe duda de que en esta como en otras épocas de nuestra vida, constituyen una fuente de información muy importante en un intento por resolver o aliviar en la medida de lo posible el aluvión de inquietudes que se nos vienen encima con la llegada de nuestro primer hijo.
Nuestra labor como padres y sobre todo, como seres humanos, es la de ir seleccionando aquellos consejos que consideremos adecuados para nuestras circunstancias y sobre todo para las de nuestro hijo, nuestras necesidades, nuestras características, nuestra situación... cada cosa en su sitio y no todos los consejos le valen a todo el mundo. Esto es una realidad.
Que nadie nos malinterprete, no se trata de rechazar así, a priori todas las recomendaciones que nos hagan amigos y familiares que hayan pasado por una circunstancia igual o parecida a la que nosotros tengamos en marcha, se trata de aplicar a esas recomendaciones nuestro sentido común.
Siempre vamos a obrar pensando que hacemos lo mejor para nuestro pequeño, eso no debemos olvidarlo nunca, ni siquiera cuando apliquemos o rechacemos alguno de esos consejos que con buena voluntad nos ofrecen, aunque nosotros no los hayamos pedido...
Nuestra experiencia con nuestro hijo cada día se ira convirtiendo en una especie de filtro que nos ayudará a seleccionar aquellos consejos que consideremos más acertados y que pensemos que pueden llegar a funcionarnos mejor. Insistimos en que no estamos diciendo con esto que haya que rechazar todo lo que nos ofrezcan a la hora de aconsejarnos, de hecho una buena receta para dormir, para sobrellevar los dientes o para curar las escoceduras del pañal, por ejemplo, pues puede resultarnos de gran ayuda. Es obvio que habrá situaciones en las que deberemos dejarnos llevar por la experiencia de quienes nos rodean, amigos, conocidos, madres o suegras pueden convertirse en ocasiones en un punto de referencia mediante el cual conoceremos algunos de los pequeños pero útiles trucos que se llevan usando toda la vida, o que son de nuevo cuño y que nos pueden ayudar mucho tanto a nosotros, como sobre todo, a nuestro hijo. Es evidente que si alguna recomendación nos ayuda a superar alguna de estas situaciones no nos queda más que decir que “bienvenido sea” el consejo y el consejero...

miércoles, 21 de febrero de 2007

La música y el bebé

Despertar su sensibilidad, desarrollar sus cualidades innatas y sobre todo verle disfrutar son los principales motivos que nos llevan a introducir la música en su pequeño mundo. Canciones infantiles, música clásica, nanas y en algunos casos la misma música que escuchan papá y mamá, todo estímulo musical es bueno para desarrollar su creatividad. A veces, hasta los juegos más rudimentarios como chocar las tapas de las cazuelas, son una forma más de crear su propia música.
Los niños en torno a los dos años son auténticas esponjas de los estímulos que les rodean, muchos de ellos en el momento en el que suena la música empiezan a baila (a su manera...), se trata de una nueva forma de expresar sus sentimientos y sus sensaciones con todas las partes de su cuerpo. Es sin duda una novedad que les excita. En esta etapa debemos estar muy atentos y sobre todo aprovechar su interés por la música porque por el momento no siente vergüenza y no sólo se divierte gracias a la música, también va a favorecer su desarrollo en otros muchos aspectos. La música y por ende el baile son vehículos ideales para ir dando forma a un tipo de aprendizaje más lúdico que de otro modo nuestro pequeño rechazaría de forma inmediata, con todo lo que esto supondría de privación de los numerosos beneficios que la música y el baile le pueden aportar. Bailar le ayuda a descarar tensiones, los ritmos más movidos satisfacen su necesidad de movimiento si le vemos inquieto, “con demasiada energía” como definen algunas mamás. Si por el contrario se acerca peligrosamente la hora de ir a la cama, lo más recomendable es que escuchemos y cantemos músicas más tranquilas en las que el único baile sea un leve balanceo, este movimiento les va a recordar a cuando les mecíamos en nuestros brazos y les provoca una sensación de protección que más pronto o más tarde consigue relajarles.
Las ventajas del baile son numerosas, empezando por su aprendizaje para coordinar los movimientos, lo que supone un dominio sobre su propio cuerpo. También le ayuda a ser más sociable, como a todos los niños les gusta bailar antes o después se unen en esta actividad si la realizan en grupo y se integran fácilmente.
El estudio de la música siempre va a ser positivo para el bebé, le va a ayudar a concentrarse, a coordinar, le va a ayudar a superarse, a sacar lo mejor de sí mismo y sobre todo a razonar, aunque no pretendamos convertirle en un virtuoso. Cuando vaya creciendo, la música le va a poder enseñar de una forma lúdica lo que significa el trabajo en equipo, la disciplina y el compromiso, valores que se echan de menos en la sociedad actual.
Hay estudios que señalan que aquellos niños aficionados a la música tienen mayor facilidad para las matemáticas (los números y los primeros conceptos); además entrenan su capacidad de memoria si retienen la letra de la canción, lo que les ayuda a la hora de ir incrementando su vocabulario. Si la música que escuchan cambia de estilo según estén realizando una u otra actividad (una música para jugar, otra para pintar,...) va a aprender además a establecer rutinas que irán asentando de forma dinámica y lúdica, las bases de la disciplina. Mientras está dibujando, por ejemplo, la música va a estar estimulando el área derecha de su cerebro por lo que puede ir incluso mejorando su capacidad artística.
Los bebés imitan nuestro patrones de habla con balbuceos y se acomodan en nuestros cuerpos cuando les cantamos o bailamos con ellos. Llevar al bebé a un concierto en vivo (de una música acorde a su edad) es una forma perfecta de introducir al pequeño en la magia del ritmo y del sonido. La música es un elemento que se puede emplear de distintas maneras:
- de manera activa: el niño juega, canta y manipula instrumentos u objetos para crear música.
- De manera receptiva: el niño escucha música
- De forma receptivo-activa: como apoyo de la música a otras actividades paralelas (el dibujo, la expresión corporal, el modelado,...).
No hay más que preguntar a los pequeños o asomarse por las aulas de infantil para ver como todos los días los educadores emplean la música en sus programas porque los niños responden de una manera natural al ritmo de la música. Los niños pequeños disfrutan de la música porque a través de ella exteriorizan sus movimientos, se comunican, desarrollan su creatividad e incluso se socializan entre ellos o con los adultos que les rodean.La música facilita a los bebés aprender y comprender (a su manera) el mundo que les rodea. La música meramente instrumental, es una forma de comunicación no verbal que permite la expresión de emociones y acciones sin una organización lingüística ni explicaciones. La repetición (el ritmo de la música) refuerza el aprendizaje en las edades más tempranas, el compás rítmico ayuda a la coordinación física de los pequeños, se prevén patrones que enseñan a ir anticipando lo que va a ocurrir, las melodías además (para colmo...) atrapan nuestro corazón y nuestra atención y nos hacen disfrutar a grandes y a pequeños. La música comunica sentimientos y consuela con las historias que se cuentan y con los tempos y los ritmos que los más pequeños también saben apreciar, ayuda a los mayores a sentirse cómodos en los ambientes grupales, fomenta el desarrollo del lenguaje a través de las historias, las rimas y los ritmos, despierta la creatividad de los más pequeños ya que les permite descubrir sus propios sonidos y llenar los vacíos de las palabras que aun les faltan, mediante la música se desarrolla la motricidad fina y gruesa a través de los juegos con los dedos y las manos (“los cinco lobitos”), a través del baile y a través de la interpretación mediante instrumentos.

El Meconio

El meconio es un término que escuchamos con relativa frecuencia en las clases de preparación al parto, que aparece en las páginas de las revistas y en los libros sobre bebés y que a veces también se menciona en las conversaciones de “recientes papás”. Tradicionalmente, nuestras abuelas, definían como “la pez” lo que ahora entendemos como meconio pero no está de más conocer de qué se trata exactamente.
Según llega a nuestra vida nuestro bebé queremos que todo fluya y que cada novedad esté “bajo nuestro control”, para eso la información nos va a ser de gran ayuda y cuantas más sorpresas podamos ir sorteando de cara al futuro, pues mucho mejor, e meconio puede ser una de ellas.
El meconio es el término médico con que se definen las primeras heces de los recién nacidos. Estas primeras heces se generan a partir del líquido amniótico que nuestro bebé ha ingerido en el interior de la placenta. Líquido amniótico, moco, lanugo, bilis y células que se han ido desprendiendo de la piel o del tracto intestinal, son las sustancias que forman parte de estas primeras heces, de este famoso meconio. Aunque hay respuestas que no coinciden sobre su origen y algunos autores señalan que el meconio es realmente una acumulación de la bilis del feto en su intestino que por el momento carece de actividad y de ahí su aspecto y su textura, oscura y pastosa.
Ya sabemos que durante el embarazo, el bebé se encuentra flotando en el líquido amniótico mientras va creciendo y desarrollándose de forma progresiva. En este proceso, el bebé, como es lógico, en alguna ocasión también traga de ese líquido amniótico y lo va a filtrar en su organismo para después liberarlo de nuevo al espacio uterino como orina. Este ciclo, aunque resulte increíble, consigue mantener el líquido amniótico en un estado claro y sobre todo, sano durante los nueve meses de embarazo. Se puede definir como un proceso de reciclaje del líquido amniótico.
Puede darse el caso de que el bebé libere heces aún estando dentro del útero, esto ocurre si el feto se encuentra en una situación de estrés o sufrimiento fetal. Si se producen estas heces, cabe la posibilidad de que el feto llegue a respirarlas en el líquido amniótico lo que puede producirle algún tipo de trastorno respiratorio, a esto se denomina “aspiración del meconio”
Lo habitual es que el meconio constituya las primeras heces del recién nacido, de color negro, oscuras, viscosas, más pegajosas de lo habitual e inicialmente inodoras. La mayor parte de los recién nacidos expulsa este meconio entre las primeras 24 y 36 horas de vida.A partir del 3er o 4º día, las deposiciones del bebé van cambiando de coloración, pasan a definirse como heces de transición, más verdosas y finalmente amarillentas, también van haciéndose progresivamente más líquidas y malolientes, lo que señalan sin ningún tipo de duda que ya se ha superado la etapa del meconio inicial.

martes, 20 de febrero de 2007

Acido Fólico

Ya es habitual que en la primera visita al ginecólogo al inicio del embarazo, este prescriba de inmediato la ingesta diaria de ácido fólico a la embarazada o antes, cuando la mujer se plantea la planificación de su embarazo, entonces también se recomienda su ingesta. ¿Por qué? ¿Cuáles son los beneficios para la madre y para el feto de esta medicación?
Para empezar y sin necesidad de estar o no embarazadas, el ácido fólico es sin duda una de las vitaminas esenciales para nuestra vida. Trabaja junto con la Vitamina B12 y la Vitamina C, para ayudar a nuestro cuerpo a digerir y utilizar las proteínas, sintetizándolas cuando el organismo las necesita. El ácido fólico se necesita para la producción de glóbulos rojos y para la síntesis del ADN. Además colabora en el crecimiento de los tejidos e incluso, ayuda a incrementar el apetito cuando es necesario, estimulando también la creación de ácidos digestivos. Pero además de todo esto, el ácido fólico, que es una vitamina de las del complejo B es más conocido entre las embarazadas porque ayuda a prevenir los defectos de nacimiento en el cerebro y en la médula espinal, “defectos del tubo neural”. Estos defectos congénitos son conocidos como “espina bífida” y “anencefalia” y por mencionar una sola cifra, sólo en Estados Unidos, cerca de 2.500 niños nacen cada año con defectos del tubo neural.
Los estudios realizados por los médicos, llevan tiempo demostrando que aquellas mujeres que consumen la cantidad recomendada de esta vitamina antes de la concepción de sus hijos pueden reducir el riesgo de que su bebé padezca estos defectos congénitos. Se sabe que esta vitamina es crucial en el proceso de multiplicación celular, de ahí su importancia durante el embarazo de cara a la buena evolución del feto.
Según los últimos estudios llevados a cabo en este campo, la ingesta por parte de la embarazada de ácido fólico antes y durante los primeros meses de gestación, también puede prevenir otras posibles malformaciones, como el labio leporino y la fisura palatina que aunque no son tan graves como los mencionados antes tampoco hay que desdeñar cuando se trata de la salud integral de nuestros hijos.
Gran parte de la clase médica señala que todas las mujeres deberíamos ingerir 400 microgramos de ácido fólico diariamente y a pesar de que esta vitamina se encuentra en abundantes frutas y verduras, es complicado obtener esta cantidad solo a través de la dieta, sobre todo ahora que vamos en general abandonando las dietas más saludables a la vez que “industrializamos” nuestros hábitos alimenticios. Por esto, muchos ginecólogos recomiendan la ingesta de complejos multivitamínicos que contengan directamente los 400 microgramos recomendados y si la mujer comienza un embarazo o tiene previsto iniciarlo, esta cantidad puede aumentar según prescripción facultativa, hasta los 600 microgramos diarios para cubrir también las nuevas necesidades físicas que genera el crecimiento del feto. Por lo general no se presenta toxicidad en el consumo de lo que podría considerarse cantidades excesivas ya que se trata de una vitamina hidrosoluble que cuando hay de más en el organismo el cuerpo puede excretarla con regularidad a través de la orina.
No nos confundamos, que nadie piense que se trata de una vitamina sexista que sólo beneficia a las mujeres, también beneficia a los varones de cualquier edad. Se sabe que tener deficiencias en ácido fólico puede degenerar en algún tipo específico de anemia, además estudios recientes sugieren que esta vitamina también puede ayudar a prevenir posibles dolencias cardiovasculares, la aparición de cáncer de colon o el de cuello de útero, e incluso en algunas mujeres el de mama.
Tal y como se expresan algunos médicos, la deficiencia en nuestra dieta de ácido fólico puede llegar a causar retraso en el crecimiento, encanecimiento del cabello, inflamación de la lengua, diarreas, úlceras bucales y pépticas y como hemos mencionado anteriormente, ciertos tipos de anemias, eso sí, sin tener en cuenta el sexo de la persona.
Se encuentra ácido fólico en: el zumo de cítricos (naranjas, pomelos, limones,...), granos y legumbres (lentejas, judias,...), salvado de trigo y otros granos integrales, hortalizas de hoja verde (lechuga, brócoli, espinacas,...), cacahuetes, nueces, levadura de cerveza, hígado, carne de ave, de cerdo y mariscos.
También hay que tener en cuenta aquellas sustancias que interfieren en la absorción del ácido fólico como es el alcohol, los estrógenos, los medicamentos anticonvulsivos y algunas de las medicaciones que acompañan a la quimioterapia, además hay que saber que el ácido fólico se destruye con el calor o lo que es lo mismo, al cocinar los alimentos que lo contienen se reduce su contenido y aquellos alimentos que se almacenan en temperatura ambiente durante mucho tiempo también pierden parte del ácido fólico que contienen.
En la web www.nacersano.org también se pueden encontrar recetas con alimentos que contienen entre sus nutrientes este, el ácido fólico.