Ellos encantados porque en su mayoría les dejan por primera vez tomar algún que otro refresco un tanto excitante pero ¿qué pasa realmente cuando llega la acetona?
Y ¿por qué aparece?
La acetona no deja de ser una sustancia que produce nuestro organismo cuando nos encontramos en un nivel mínimo de glucosa y ocurre más frecuentemente en los peques porque nuestros hijos requiere cuatro veces más glucosa para su vida diaria que nosotros. Cuando se acumula la acetona en la sangre, esta es eliminada a través de la orina y a través de la vía pulmonar, aquí es cuando los adultos solemos detectar su presencia por el mal olor que provoca en la orina o en el aliento de nuestros peques.
Tras una fiebre algo más larga de lo normal o tras unos días de ayuno causado por alguna dolencia, el organismo de un niño quema mucho más rápido que el de un adulto los azúcares que necesite para poder conseguir energía, estos depósitos de azúcar desaparecen y entonces se pasa a consumir grasa para conseguir la energía que se precisa, aquí se puede producir la hipoglucemia o una bajada de azúcar en sangre que es mejor siempre prever para poder evitar por parte de los adultos.
El pediatra sin duda será el que mejor diagnostique un caso de acetona en nuestros hijos y recetará lo más oportuno, en casa además pordemos ofrecer al peque un poco de zumo azucarado en pequeños y espaciados traguitos para evitar de esta forma el posible vómito. Una opción que recomiendan algunos pediatras para los casos de acetona infantiles es suministrarles suero casero en pequeñas dosis, se elabora mediante agua mineral, zumo de limón, una pizca de sal y un poquito de bicarbonato. Así se disminuyen los niveles de acetona en la sangre, en cualquier caso se trata de un síntoma no preocupante pero que siempre debe ser conocido y controlado por nuestro médico habitual.
La acetona no deja de ser una sustancia que produce nuestro organismo cuando nos encontramos en un nivel mínimo de glucosa y ocurre más frecuentemente en los peques porque nuestros hijos requiere cuatro veces más glucosa para su vida diaria que nosotros. Cuando se acumula la acetona en la sangre, esta es eliminada a través de la orina y a través de la vía pulmonar, aquí es cuando los adultos solemos detectar su presencia por el mal olor que provoca en la orina o en el aliento de nuestros peques.
Tras una fiebre algo más larga de lo normal o tras unos días de ayuno causado por alguna dolencia, el organismo de un niño quema mucho más rápido que el de un adulto los azúcares que necesite para poder conseguir energía, estos depósitos de azúcar desaparecen y entonces se pasa a consumir grasa para conseguir la energía que se precisa, aquí se puede producir la hipoglucemia o una bajada de azúcar en sangre que es mejor siempre prever para poder evitar por parte de los adultos.
El pediatra sin duda será el que mejor diagnostique un caso de acetona en nuestros hijos y recetará lo más oportuno, en casa además pordemos ofrecer al peque un poco de zumo azucarado en pequeños y espaciados traguitos para evitar de esta forma el posible vómito. Una opción que recomiendan algunos pediatras para los casos de acetona infantiles es suministrarles suero casero en pequeñas dosis, se elabora mediante agua mineral, zumo de limón, una pizca de sal y un poquito de bicarbonato. Así se disminuyen los niveles de acetona en la sangre, en cualquier caso se trata de un síntoma no preocupante pero que siempre debe ser conocido y controlado por nuestro médico habitual.
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