miércoles, 21 de febrero de 2007

La música y el bebé

Despertar su sensibilidad, desarrollar sus cualidades innatas y sobre todo verle disfrutar son los principales motivos que nos llevan a introducir la música en su pequeño mundo. Canciones infantiles, música clásica, nanas y en algunos casos la misma música que escuchan papá y mamá, todo estímulo musical es bueno para desarrollar su creatividad. A veces, hasta los juegos más rudimentarios como chocar las tapas de las cazuelas, son una forma más de crear su propia música.
Los niños en torno a los dos años son auténticas esponjas de los estímulos que les rodean, muchos de ellos en el momento en el que suena la música empiezan a baila (a su manera...), se trata de una nueva forma de expresar sus sentimientos y sus sensaciones con todas las partes de su cuerpo. Es sin duda una novedad que les excita. En esta etapa debemos estar muy atentos y sobre todo aprovechar su interés por la música porque por el momento no siente vergüenza y no sólo se divierte gracias a la música, también va a favorecer su desarrollo en otros muchos aspectos. La música y por ende el baile son vehículos ideales para ir dando forma a un tipo de aprendizaje más lúdico que de otro modo nuestro pequeño rechazaría de forma inmediata, con todo lo que esto supondría de privación de los numerosos beneficios que la música y el baile le pueden aportar. Bailar le ayuda a descarar tensiones, los ritmos más movidos satisfacen su necesidad de movimiento si le vemos inquieto, “con demasiada energía” como definen algunas mamás. Si por el contrario se acerca peligrosamente la hora de ir a la cama, lo más recomendable es que escuchemos y cantemos músicas más tranquilas en las que el único baile sea un leve balanceo, este movimiento les va a recordar a cuando les mecíamos en nuestros brazos y les provoca una sensación de protección que más pronto o más tarde consigue relajarles.
Las ventajas del baile son numerosas, empezando por su aprendizaje para coordinar los movimientos, lo que supone un dominio sobre su propio cuerpo. También le ayuda a ser más sociable, como a todos los niños les gusta bailar antes o después se unen en esta actividad si la realizan en grupo y se integran fácilmente.
El estudio de la música siempre va a ser positivo para el bebé, le va a ayudar a concentrarse, a coordinar, le va a ayudar a superarse, a sacar lo mejor de sí mismo y sobre todo a razonar, aunque no pretendamos convertirle en un virtuoso. Cuando vaya creciendo, la música le va a poder enseñar de una forma lúdica lo que significa el trabajo en equipo, la disciplina y el compromiso, valores que se echan de menos en la sociedad actual.
Hay estudios que señalan que aquellos niños aficionados a la música tienen mayor facilidad para las matemáticas (los números y los primeros conceptos); además entrenan su capacidad de memoria si retienen la letra de la canción, lo que les ayuda a la hora de ir incrementando su vocabulario. Si la música que escuchan cambia de estilo según estén realizando una u otra actividad (una música para jugar, otra para pintar,...) va a aprender además a establecer rutinas que irán asentando de forma dinámica y lúdica, las bases de la disciplina. Mientras está dibujando, por ejemplo, la música va a estar estimulando el área derecha de su cerebro por lo que puede ir incluso mejorando su capacidad artística.
Los bebés imitan nuestro patrones de habla con balbuceos y se acomodan en nuestros cuerpos cuando les cantamos o bailamos con ellos. Llevar al bebé a un concierto en vivo (de una música acorde a su edad) es una forma perfecta de introducir al pequeño en la magia del ritmo y del sonido. La música es un elemento que se puede emplear de distintas maneras:
- de manera activa: el niño juega, canta y manipula instrumentos u objetos para crear música.
- De manera receptiva: el niño escucha música
- De forma receptivo-activa: como apoyo de la música a otras actividades paralelas (el dibujo, la expresión corporal, el modelado,...).
No hay más que preguntar a los pequeños o asomarse por las aulas de infantil para ver como todos los días los educadores emplean la música en sus programas porque los niños responden de una manera natural al ritmo de la música. Los niños pequeños disfrutan de la música porque a través de ella exteriorizan sus movimientos, se comunican, desarrollan su creatividad e incluso se socializan entre ellos o con los adultos que les rodean.La música facilita a los bebés aprender y comprender (a su manera) el mundo que les rodea. La música meramente instrumental, es una forma de comunicación no verbal que permite la expresión de emociones y acciones sin una organización lingüística ni explicaciones. La repetición (el ritmo de la música) refuerza el aprendizaje en las edades más tempranas, el compás rítmico ayuda a la coordinación física de los pequeños, se prevén patrones que enseñan a ir anticipando lo que va a ocurrir, las melodías además (para colmo...) atrapan nuestro corazón y nuestra atención y nos hacen disfrutar a grandes y a pequeños. La música comunica sentimientos y consuela con las historias que se cuentan y con los tempos y los ritmos que los más pequeños también saben apreciar, ayuda a los mayores a sentirse cómodos en los ambientes grupales, fomenta el desarrollo del lenguaje a través de las historias, las rimas y los ritmos, despierta la creatividad de los más pequeños ya que les permite descubrir sus propios sonidos y llenar los vacíos de las palabras que aun les faltan, mediante la música se desarrolla la motricidad fina y gruesa a través de los juegos con los dedos y las manos (“los cinco lobitos”), a través del baile y a través de la interpretación mediante instrumentos.

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